Diseño de personajes inolvidables en un universo transmedia

Una niña ecuatoriana dibuja con lápices de colores a un tucán sonriente. Canta con ternura la frase que su mamá le enseñó: Yo soy Máximo y aquí estoy”. Mientras tanto, en otra ciudad, un creador de contenido convierte ese mismo personaje en una animación para redes. Y en una comunidad rural, un educador lo usa como aliado para hablar de salud infantil. Ese personajes no vive solo en la nostalgia: vive en un universo transmedia.

Este es el caso de Yo soy Máximo, uno de los personajes más emblemáticos creados en Ecuador, que demuestra cómo una figura emocional, cultural y narrativa puede cruzar generaciones, reinventarse y volver con más fuerza que nunca. En su regreso como parte de la campaña #InfanciaConFuturo, Máximo no es solo un recuerdo, sino una estrategia transmedia diseñada para impactar desde la televisión hasta el aula comunitaria. Y es aquí donde empieza nuestra historia: ¿cómo se construyen personajes que, como Máximo, sobreviven al tiempo, emocionan y transforman?

Primero emoción, después función: diseñar desde el alma

En el corazón de todo personaje inolvidable hay una tensión emocional profunda. Una pregunta no respondida. Un miedo no resuelto. Un deseo que arde. No se trata de definir qué hace el personaje, sino por qué lo hace. Joseph Campbell, en The Hero with a Thousand Faces (1949), lo llama el viaje del héroe: un camino interno de transformación que conecta con arquetipos universales.

Este principio es fundamental en el diseño para un universo transmedia. El personaje debe tener un centro emocional que lo sostenga sin importar si aparece en una serie animada, una app educativa o una campaña en redes. Ese núcleo humano —ese vacío, esa búsqueda— es lo que permite que el público lo siga, lo entienda y lo quiera reinterpretar.

No una biografía, sino un mapa de expansión narrativa

Construir una biografía útil para un universo transmedia no implica redactar una ficha técnica con datos fríos. Implica trazar un mapa emocional, con eventos del pasado y, más importante aún, con espacios en blanco que puedan ser explorados en otras plataformas. Christopher Vogler, en The Writer’s Journey (2007), sugiere pensar en los arcos de transformación como caminos abiertos.

En otras palabras, no respondas todo de inmediato. Deja misterios, heridas sin cerrar, relaciones insinuadas. Ese diseño abierto permitirá que el personaje evolucione en una serie derivada, un cómic o incluso una narrativa creada por fans. Porque cuando la historia se fragmenta en múltiples medios, cada pieza debe tener sentido propio y al mismo tiempo aportar al todo.

Diseñar para ser compartido, no solo contado

El personaje no solo se narra: se comparte, se remezcla, se reinventa. Henry Jenkins define este fenómeno como “spreadability” (2013): la capacidad de un contenido de circular sin perder identidad. Para lograrlo, el personaje debe tener elementos reconocibles y apropiables: una frase icónica, un gesto distintivo, una silueta inconfundible.

Pero hay más. Debe invitar a la participación. Un buen personaje deja puertas abiertas para los fanarts, las teorías en Reddit, los memes virales. No es un producto cerrado, sino una partitura que otros pueden interpretar. Como Máximo, cuyo sombrero de paja y frase pegajosa no solo identifican al personaje: lo hacen compartible y reinterpretable, sin diluir su esencia.

Una estética que funcione aquí, allá y en cualquier formato

No basta con que el personaje se vea bien. Debe funcionar en múltiples contextos visuales. Michel Chion, en La audiovisión (1993), plantea que la imagen cobra vida narrativa solo cuando se sincroniza con sonido, ritmo y movimiento. Por eso, al diseñar para un universo transmedia, no pienses solo en la imagen estática.

El personaje debe poder simplificarse para un sticker, adaptarse a un videojuego en 8 bits o mantenerse reconocible en una versión realista. ¿Cómo se mueve? ¿Cómo suena su voz? ¿Cuál es su tono emocional? Esa coherencia estética lo hace reconocible en cualquier plataforma sin importar cuán diferente sea el medio. Así, Máximo puede cantar en la radio, volar en una app o explicar nutrición en un cuadernillo escolar… y seguir siendo él.

No se diseña un personaje… se diseña un ecosistema

En un universo transmedia, un personaje aislado no sobrevive. Se necesitan relaciones, tensiones, y redes narrativas que lo alimenten. Linda Hutcheon, en A Poetics of Postmodernism (1988), defiende la intertextualidad y la fragmentación como esencia de la narrativa contemporánea. Cada personaje debe tener vínculos emocionales que lo definan tanto como su propia historia.

Aliados, enemigos, mentores, rivales. Incluso el entorno. Cada elemento debe tener el potencial de convertirse en una nueva historia. Así se crean puertas narrativas entre plataformas. Máximo no está solo: lo acompañan niños, familias, profesionales de salud… y en cada vínculo, hay una nueva posibilidad de expansión.

Emoción + propósito = identidad duradera

Marc Gobé lo resume en dos palabras: Emotional Branding (2001). Un personaje que genera afecto, confianza y autenticidad no solo comunica: fideliza. Por eso, al diseñar para un universo transmedia, la emoción no es un accesorio… es la estrategia principal. Pregúntate: ¿qué siente este personaje? ¿Qué valores representa? ¿Qué despierta en el otro?

La emoción no es solo un componente narrativo, es una promesa de marca. Por eso, personajes como Ana y Bruno en México o Zamba en Argentina logran conectar con temas tan complejos como la salud mental infantil o la historia nacional, sin perder ternura ni profundidad. Porque lo que emociona, se queda.

Foto: © UNICEF/ECU/2022

Máximo y otros personajes que guían, enseñan y resisten el tiempo

El caso de Yo soy Máximo es paradigmático. Nacido de una colaboración entre UNICEF y Walt Disney en los años 90, con arte del ecuatoriano Edgar Cevallos y la visión de Roy Disney, Máximo no fue diseñado para entretener… fue creado para educar desde el afecto. Y eso lo volvió inolvidable.

Hoy, casi tres décadas después, regresa como herramienta educomunicacional en una nueva campaña para combatir la desnutrición crónica infantil. No es solo un personaje animado: es un símbolo cultural, una memoria emocional, una estrategia de salud pública que vive en un universo transmedia.

Junto a él, personajes como Zamba y Ana y Bruno demuestran que en Latinoamérica también sabemos crear personajes con propósito, que emocionan y educan sin subestimar al público. Todos ellos tienen algo en común: fueron diseñados para durar, no solo para impactar.

Diseñar para durar… es diseñar para transformar

Un personaje inolvidable no surge de la casualidad. Se construye con método, emoción y visión narrativa. En un universo transmedia, su fuerza no está en un solo canal, sino en su capacidad de guiar historias diversas, en contextos distintos, sin perder su esencia.

Como decía Umberto Eco en Obra Abierta (1962), una buena historia permite múltiples lecturas sin perder su estructura. Así deben ser los personajes transmedia: sólidos y flexibles, emocionales y estratégicos, compartibles y memorables.

Porque al final, un buen personaje no solo aparece… se queda.


Fuentes

  • Campbell, J. (1949). The Hero with a Thousand Faces. Princeton University Press.
  • Chion, M. (1993). La audiovisión. Paidós.
  • Eco, U. (1962). Obra abierta. Editorial Lumen.
  • Gobé, M. (2001). Emotional Branding. Allworth Press.
  • Hutcheon, L. (1988). A Poetics of Postmodernism. Routledge.
  • Jenkins, H. (2006). Convergence Culture. NYU Press.
  • Jenkins, H., Ford, S., & Green, J. (2013). Spreadable Media. NYU Press.
  • Vogler, C. (2007). The Writer’s Journey. Michael Wiese Productions.
  • UNICEF Ecuador. (2021). Campaña #InfanciaConFuturo.

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