Educar con empatía: la revolución de la pedagogía del cuidado

En una mañana cualquiera, la profesora Luisa entra al aula sin más armas que su voz serena y una sonrisa que no pide nada a cambio. Antes de abrir el cuaderno o escribir en el pizarrón, se toma un minuto para preguntar: “¿Cómo amanecieron hoy?” Y no es una pregunta vacía. Porque Luisa, como tantos docentes silenciosos, practica una forma de enseñanza que no aparece en los libros de texto: la pedagogía del cuidado.

Este enfoque —que hoy se vuelve urgente en la educación del siglo XXI— propone algo profundamente humano: que educar no es solo transmitir conocimientos, sino cuidar al otro en su totalidad. Desde sus necesidades emocionales hasta sus dilemas morales. Así lo defendía Nel Noddings en los años ochenta, inspirada en la ética del cuidado de Carol Gilligan. Lo que entonces parecía una utopía afectiva, hoy resuena con fuerza en aulas que buscan ser más seguras, empáticas y solidarias (Noddings, 1984; Mortari, 2016).

Fundamentos éticos de la pedagogía del cuidado y del oprimido

La pedagogía del cuidado nace de una convicción ética: que la relación educativa debe basarse en el respeto, la empatía y la atención recíproca. No se trata de mimar al estudiante, sino de reconocerlo como sujeto completo, con emociones, contextos e historias propias.

Nel Noddings (1992) distingue entre «cuidar de» —una acción concreta y comprometida— y «cuidar acerca de», que se queda en la intención. Solo lo primero transforma el aula en una comunidad genuina. A esto se suma la visión de Carl Rogers (1969), quien veía en la empatía, la autenticidad y la aceptación incondicional, las llaves para abrir el corazón del alumno y facilitar el aprendizaje profundo.

Pero este enfoque no está solo. Dialoga, en espíritu y propósito, con la pedagogía del oprimido de Paulo Freire, quien defendía que enseñar es un acto de amor y valentía. Freire (1970) afirmaba que el educador debe situarse junto al oprimido, no por encima de él, y que el proceso de aprendizaje es también un proceso de liberación. El cuidado, en ese sentido, no es solo emocional: es político y ético.

Ambos enfoques reivindican una educación centrada en la dignidad humana. Mientras Noddings pone el foco en la reciprocidad afectiva, Freire exige una praxis crítica que transforme la realidad. Cuidar, entonces, también es creer en la capacidad del otro para cambiar el mundo.

Vivir la pedagogía del cuidado dentro del aula

Aplicar esta filosofía implica cambiar las reglas del juego dentro del aula. Los docentes que abrazan la pedagogía del cuidado modelan con su ejemplo, promueven el diálogo sincero, confirman las fortalezas del alumnado y les ofrecen prácticas concretas para ejercer el cuidado entre pares (Noddings, 1992).

Escuchar con atención, adaptar las actividades a los intereses del grupo, estar presente emocionalmente. Son gestos pequeños que tienen impactos gigantes. Según Valenzuela (1999), cuando los maestros se interesan genuinamente por la vida de sus estudiantes, se construye un vínculo que potencia el aprendizaje. En esas aulas, el respeto no se impone: se respira.

Beneficios tangibles de la pedagogía del cuidado

Los beneficios son múltiples y comprobados. Alumnos que se sienten cuidados participan más, se motivan, y rinden mejor académicamente (Lavy & Naama-Ghanayim, 2020). Además, desarrollan mayor autoestima, bienestar emocional y habilidades de convivencia.

Pero no solo ganan los estudiantes. El docente también encuentra mayor satisfacción en su labor, al sentir que su trabajo tiene un impacto humano real (Lavy & Bocker, 2018). El aula se convierte en un espacio más armonioso, donde la cooperación reemplaza a la competencia.

En tiempos donde la salud mental estudiantil preocupa en todo el mundo, cuidar se vuelve una forma revolucionaria de resistir la deshumanización de la educación.

Obstáculos para sostener una pedagogía del cuidado real

Sin embargo, cuidar también cansa. La carga emocional que implica sostener vínculos profundos con decenas de alumnos puede derivar en agotamiento, especialmente si no hay estructuras de apoyo (Nicol & Yee, 2017). A esto se suma la presión de sistemas educativos centrados en estándares, exámenes y métricas que poco dicen sobre lo afectivo.

Además, aún persiste la creencia de que la autoridad docente está reñida con la cercanía emocional. En especial, las mujeres maestras enfrentan el mandato de cuidar como una «obligación natural», sin que ese esfuerzo sea valorado o remunerado (Gilligan, 1985).

El riesgo también está en confundir cuidado con sobreprotección. Como advierte Bloom (2017), la empatía sin límites puede volverse contraproducente. Por eso, el cuidado pedagógico requiere también de reflexión, límites y profesionalismo.

La pedagogía del cuidado como horizonte del futuro educativo

El futuro de la educación ya está tocando la puerta, y viene cargado de preguntas sobre bienestar, vínculos y empatía. La pandemia de COVID-19 dejó al descubierto la importancia de sostener emocionalmente a los estudiantes, incluso a través de una pantalla (Younie & Adachi, 2024).

Hoy, la pedagogía del cuidado empieza a institucionalizarse: se incluye en la formación docente, se reconoce en proyectos educativos inclusivos y se alinea con movimientos como la educación emocional, la educación para la paz y la ciudadanía global.

En este horizonte también resuena Freire: construir una educación liberadora exige cuidar de los cuerpos y de las conciencias. No se puede enseñar sin amar, decía. Y no se puede amar sin cuidar. Por eso, integrar ambos enfoques es clave para repensar la escuela del futuro.

El reto es que no se quede en la teoría, ni en la buena voluntad de algunos docentes. Se necesitan políticas que respalden esta forma de enseñar: menor número de estudiantes por aula, acompañamiento emocional a los profesores, y evaluación educativa que también mida el bienestar, no solo el rendimiento.


Fuentes

  • Anderson, V., Rabello, R., Wass, R., Golding, C., Rangi, A., Eteuati, E., Bristowe, Z., & Waller, A. (2020). Good teaching as care in higher education. Higher Education, 79(1), 1-19. https://doi.org/10.1007/s10734-019-00392-z
  • Beltramo, C. (2022). Ética del cuidado y educación del carácter: una mirada desde la mujer. Revista Panamericana de Pedagogía, 35, 45-61. https://doi.org/10.21555/rpp.vi35.2666
  • Bloom, P. (2017). Against empathy: The case for rational compassion. New York, NY: HarperCollins.
  • Freire, P. (1970). Pedagogía del oprimido. Montevideo, Uruguay: Tierra Nueva.
  • Gay, G. (2018). Culturally responsive teaching: Theory, research, and practice (3ra ed.). New York, NY: Teachers College Press.
  • Gilligan, C. (1985). La moral y la teoría: Psicología del desarrollo femenino. México, D.F.: Fondo de Cultura Económica.
  • Lavy, S., & Bocker, S. (2018). A path to teacher happiness? A sense of meaning affects teacher–student relationships, which affect job satisfaction. Journal of Happiness Studies, 19(5), 1485–1503. https://doi.org/10.1007/s10902-017-9883-9
  • Lavy, S., & Naama-Ghanayim, E. (2020). Why care about caring? Linking teachers’ caring and sense of meaning at work with students’ self-esteem, well-being, and school engagement. Teaching and Teacher Education, 91, 103046. https://doi.org/10.1016/j.tate.2020.103046
  • Mortari, L. (2016). For a pedagogy of care. Philosophy Study, 6(8), 455–463.
  • Nicol, D. J., & Yee, J. A. (2017). «Reclaiming our time»: Women of Color faculty and radical self-care in the Academy. Feminist Teacher, 27(2–3), 133–156.
  • Noddings, N. (1984). Caring: A feminine approach to ethics and moral education. Berkeley, CA: University of California Press.
  • Noddings, N. (1992). The challenge to care in schools: An alternative approach to education. New York, NY: Teachers College Press.
  • Noddings, N. (2002). Educating moral people: A caring alternative to character education. New York, NY: Teachers College Press.
  • Rogers, C. (1969). Freedom to learn. Columbus, OH: Charles E. Merrill.
  • Toro Arango, J. B. (2014). El cuidado: el paradigma ético de la nueva civilización. [Conferencia]. Recuperado de https://bibliotecadigital.ccb.org.co/
  • Valenzuela, A. (1999). Subtractive schooling: U.S.-Mexican youth and the politics of caring. Albany, NY: State University of New York Press.
  • Younie, L., & Adachi, C. (2024). Nurturing the human dimension in digital and medical spaces through pedagogy of care – a case of creative enquiry. Perspectives on Medical Education, 13(1), 307–312. https://doi.org/10.5334/pme.1147

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